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Hermandad de Jesús Sin Soga

HERMANDAD Y COFRADÍA DE NUESTRO PADRE JESÚS SIN SOGA, NUESTRA SEÑORA DE LA FE, SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA Y SANTA ÁNGELA DE LA CRUZ.

Sede Canónica  Iglesia de Santa Bárbara

Hermano Mayor  D. Juan Manuel Ruiz Rodríguez

Año de fundacion  1977

Número de Hermanos  335

Túnica del cuerpo de Nazarenos  Túnica blanca sin cíngulo, capillo blanco sin cartonera, a modo de penitentes y escudo de la Hermandad en el centro. Calzado oscuro. Los nazarenos portan cruces al hombro a imagen y semejanza de Ntro. Señor Jesucristo. Solo hay un tramo de cirios para los hermanos de edad avanzada o con problemas de salud que les impidan portar la cruz.

Su paso procesional calza  30 costaleros paso del Nazareno y 30 costaleros paso de la Virgen

Día salida procesional  Viernes Santo

Fotografía: Nio Gómez

SAGRADOS TITULARES DE LA HERMANDAD

NUESTRO PADRE JESÚS SIN SOGA

Desde el inicio, se elige como Titular una antigua talla de Jesús Nazareno que se encontraba en Santa Bárbara. A este Nazareno, que en la antigüedad había recibido culto en la desaparecida capilla de San Gregorio, se le conocía o tenía la advocación de Jesús Cansado. Portentosa obra de José Montes de Oca de 1732 va a pasar a recibir culto ahora bajo la ecijanísima advocación de Jesús sin soga, en referencia a la secular leyenda vinculada al templo y en concreto al retablo callejero que en un lateral del mismo nos muestra un lienzo con Jesús Nazareno cargando con la Cruz camino del Calvario.

La hermandad tomó como referente esta historia, le dio esta advocación a su Titular y convirtió esa ayuda al necesitado en uno de los pilares y señas de identidad de la corporación. La caridad fraterna, la caridad cristiana hacia el semejante, ser la desprendida soga del Nazareno que, más que despintarse, es entregada una y otra vez por los hermanos a imagen y semejanza de Cristo.

En recuerdo de esta tradición, nuestro Amantísimo Titular tiene esta advocación y luce siempre túnica lisa, sin portar ningún tipo de cíngulo, cordón o soga, ni en su camarín ni en la salida procesional.

A continuación, damos una reseña histórico- artística de la talla del Señor:

La Venerable Imagen de Nuestro Padre Jesús sin Soga, de gran calidad artística, es obra de 1732 de uno de los más importes imagineros de la escuela barroca sevillana: José Montes de Oca.

Representa al Nazareno camino del Calvario. La huella de Martínez Montañés y de Juan de Mesa son patentes en Montes de Oca. La influencia del primero se refleja en el gran realismo de cabeza, manos y pies del Señor, y la influencia de Mesa en la zancada, la potente anatomía y en la tensión llevada a la imagen entre la fortaleza divina y el sufrimiento humano.

Recibía culto bajo la advocación de Jesús Cansado en la desaparecida capilla de San Gregorio, sita en el antiguo barrio del Matadero. La actual advocación es recuperada por la Hermandad en 1977 de una antigua y pía tradición ecijana del siglo XV.

Muchos especialistas destacan su parecido con los desaparecidos Nazarenos, obras del mismo autor, de Lora del Río o Nuestro Padre Jesús de la Salud, el antiguo Titular de la hermandad de los Gitanos de Sevilla. También guarda gran similitud con el Ecce Homo de la iglesia de san Pablo de Cádiz, obra del mismo autor o con el Santísimo Cristo de la Providencia de los Servitas de Sevilla.

Procesiona cada tarde de Viernes Santo cargando con la cruz, sin cíngulo, sobre paso neobarroco tallado en madera en color oscuro por Guillermo Riego en el año 1957, restaurado por la empresa ecijana Wood Art (2011). El paso cuenta con cartelas en bronce policromado en la canastilla y madera tallada y policromada en los respiraderos, obras del artista local Sergio Saldaña Jiménez. Se completa con cuatro faroles en metal plateado de Orfebrería Andaluza. Wood Art y Sergio Saldaña también realizan y policroman el juego de ángeles que soportan la cruz en su parte inferior.

Entre octubre de 2019 y marzo de 2020, la imagen del Señor fue sometida a un trabajo de restauración por parte de la empresa GRS-Restauración y Conservación de Obras de Arte, de la ciudad de Sevilla, dirigido por los restauradores D. Agustín Martín de Soto y D. Antonio Gamero Osuna. Durante la intervención se ha recuperado una parte importante de la policromía original, oculta por anteriores intervenciones sobre la talla y se han solucionado algunos problemas estructurales como el sistema de sujeción de la cruz.

Fotografía: Nio Gómez

NUESTRA SEÑORA DE LA FE

El 7 de octubre de 1980, festividad de Nuestra Señora del Rosario, la Orden de Predicadores de Santo Domingo de Guzmán cede a la hermandad una talla de la Virgen que entonces se encontraba en el oratorio alto del Palacio de los Marqueses de Peñaflor.

Allí durante más de un siglo esperó la llegada de aquellos jóvenes que guiados por D. Cristóbal Madero y D. Fernando Caldero (q.e.p.d. ambos) consiguieron tras numerosas gestiones que la orden dominica cediera a la Hermandad la imagen de una Dolorosa con una rica y, a la par, trágica historia. La Virgen de la Fe se hacía presente en la vida de la hermandad y volvía a estar presente a través del culto en la Semana Santa de Écija. Es, tras las recientes investigaciones históricas, la talla dolorosa más antigua de cuantas procesionan en la actualidad en nuestra Semana Santa.

Reseña histórico-artística:

Nuestra Señora de la Fe es una hermosa representación de la Mater Dolorosa.

A comienzos de 2019 veía la luz un monumental trabajo de investigación histórica por parte del Sr. D. Gerardo García León y la Sra. Dña. Marina Marín Ojeda, titulado “Écija Artística. Colección documental siglos XVI y XVII”. En dicha obra, recogen una nota encontrada del Archivo del Marquesado de Peñaflor en la que el administrador del Marqués, en torno a 1670 según los autores, vende unos zarcillos con el objeto de pagar al escultor Pedro Roldán, la realización de la dolorosa. Así pues, es el primer documento que, de manera directa, vincula claramente a nuestra Virgen con el maestro sevillano. En 2020, la revista Laboratorio de Arte, de la Universidad de Sevilla, en su número 32, pp 135 a 158, publica un artículo de investigación del propio D. Gerardo García León y del prestigioso Doctor en Historia del Arte, el Sr. D. José Luis Romero Torres, donde se ratifica la autoría ya mencionada.

Fue la antigua Titular que, bajo las advocaciones de Nuestra Señora de las Angustias o de los Dolores, procesionó durante los siglos XVII y XVIII, tras un Cristo Yacente, en la importantísima cofradía nobiliaria del Rosario. Cofradía que realizaba también su Estación de Penitencia en la tarde del Viernes Santo desde el convento dominico de San Pablo y Santo Domingo de Écija.

A lo largo del siglo XVIII, especial vinculación con esta hermandad tuvieron los marqueses de Peñaflor (la más importante familia nobiliaria de Écija), en la que ocuparon repetidas veces el cargo de hermano mayor y fueron decisivos en su labor de patronazgo y protección para el enriquecimiento de la cofradía y la creación de una de las mas suntuosas capillas barrocas ecijanas: la del Rosario, en el referido cenobio dominico (realizada entre 1728 y 1776). La rivalidad enconada con la otra gran cofradía nobiliaria que era la Hermandad de la Soledad (que también procesionaba en la tarde del Viernes Santo) marcó la segunda mitad del siglo XVIII en el mundo cofrade ecijano. Eran frecuentes las peleas entre “mondongueros” y “caracoleros”, despectivos motes en los que se dividió la ciudad según la devoción que se profesase.

Estas peleas, cada vez más graves, llevaron al Consejo de Castilla (que no a la Iglesia) a prohibirles a ambas la salida procesional en 1786 y definitivamente desde 1789. Aquella pugna había dado también grandes esplendores artísticos desde el XVII, donde nombres como Roldan, Duque Cornejo, Damián de Castro, etc. enriquecieron el patrimonio ecijano gracias a los encargos de estas cofradías.

La prohibición conllevó el decaimiento y desaparición de la cofradía del Rosario como hermandad de penitencia mientras que la de la Soledad solo se recuperó a mediados del XIX, continuando a día de hoy.

La invasión napoleónica, que usó el convento dominico como cuartel, y las posteriores desamortizaciones dieron la puntilla casi definitiva a la hermandad del Rosario, que continuó con pulso muy débil ya solo con los cultos a su Titular letífica sin recuperar jamás su parte penitencial.

En un momento no determinado del siglo XIX, tras la desaparición de la vida religiosa del convento dominico, la imagen de la Virgen es trasladada a las dependencias palaciegas del marquesado de Peñaflor donde va a permanecer cerca de dos siglos recibiendo tan solo el culto privado y doméstico de la familia.

En 1958 fallece sin descendencia la viuda marquesa de Peñaflor que lega, a través de un patronato, su palacio y una serie de bienes a la ciudad. Durante dos largas décadas más, nuestra Virgen permanece ya sin culto en el oratorio alto del Palacio. Así hasta que las gestiones pertinentes en 1980 consiguen hacer realidad el sueño cofrade de dar culto a la Madre de Dios de aquellos jóvenes que acababan de fundar la hermandad de Jesús sin soga.

Dos siglos después, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Fe, la hermandad recuperaba el culto a esta Virgen hermosa que tiene la bella particularidad de mostrar las manos unidas en actitud orante, siendo ya la única dolorosa que procesiona de esta manera en Écija. La antigua Virgen “caracolera” era ya la Virgen Orante, nuestra Madre y Señora de la Fe, la que con su humilde gesto de oración nos enseña, desde entonces, el camino a seguir tras su Hijo.

Durante sus primeros años en Santa Bárbara recibió culto interno por la hermandad, pero hasta que no fueron aprobadas las Reglas, no se incorpora a la cofradía. Fue incorporada en 1987 al cortejo penitencial por lo que en 2022 se celebrará el XXXV aniversario de su primera salida (en 2012 con motivo del XXV aniversario fue llevada en Rosario de la Aurora hasta el convento de las Hermanas de la Cruz, camareras de la Virgen). Volvía a las calles de la ciudad tras dos siglos sin hacerlo.

También en 2012 presidió la Solemne Eucaristía con la que el Consejo General de Hermandades y Cofradías de nuestra ciudad abrió el Año Santo de la Fe.

Y en 2015, con ocasión del Año Santo Jubilar por el IV Centenario del Voto Concepcionista de Écija, Nuestra Señora de la Fe salió en Procesión Extraordinaria, por primera vez, para participar en la Magna Mariana del 11 de octubre de ese año. Fue la primera vez también que la Virgen fue acompañada por una formación musical, en concreto la banda municipal de Hornachuelos (Córdoba), ya que el Viernes Santo el paso de Nuestra Señora de la Fe va sin música.

Por lo tanto, un hito histórico que se complementó con su regreso a su antiguo templo, el convento de san Pablo y santo Domingo, donde hizo Estación dos siglos después y visitó a Ntra. Sra. del Rosario.

Procesiona al tradicional modo ecijano, es decir sobre peana y sin palio, en sencillo paso de madera tallada, obra del pontanés Francisco Palos, combinando ante la peana de la Virgen la candelería en metal plateado y los candelabros de guardabrisas de madera tallada y sobredorada. Las figuras procesionales que adornan las capillas de la canastilla son obra de los sevillanos Francisco Fernández Enríquez y Darío Fernández Parra. La corona de Nuestra Señora de la Fe se realizó en Sevilla en el taller de Hijos de Juan Fernández en 1989 y ha sido recientemente restaurada. Uno de los proyectos en los que la hermandad tiene mas ilusión y centrará sus esfuerzos los próximos años será en la realización de un nuevo paso procesional para la Virgen de la Fe.

Fotografía: Nio Gómez
Fotografía: Nio Gómez

SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA

En uno de los pilares que separan la nave central de la nave de la epístola en la Iglesia de Santa Bárbara podemos leer el siguiente texto en una placa de mármol:

“PARA PERPETUA MEMORIA Y EN HONOR Y GLORIA DEL DEÍFICO CORAZÓN, POR SER ESTA LA SEGUNDA IGLESIA DE ESPAÑA EN QUE SE LE DIO CULTO EL AÑO 1738 ENRIQUECIENDO CON PRIVILEGIOS E INDULGENCIAS SEGÚN CONSTA EN LAS BULAS DE LOS SUMOS PONTÍFICES BENEDICTO XIV EN 1746 Y PÍO VI EN 1776, EL APOSTOLADO DE LA ORACIÓN ESTABLECIDO CANÓNICAMENTE EL 3 DE DICIEMBRE DE 1898, RECONOCIDO A LAS BONDADES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y EN TESTIMONIO DE FERVIENTE AMOR DEDICA ESTE RECUERDO. A.M.G.D.”

Es decir apenas cinco años después que el Señor se apareciera al Padre Bernardo de Hoyos en Valladolid y tres del primer culto público (la primera novena pública en España en honor del Corazón de Jesús fue en la Capilla de la Congregación del hoy Santuario Nacional, en junio de 1735) se realiza el culto público en la Parroquia de Santa Bárbara de Écija al Sagrado Corazón, siendo la segunda de toda España en hacerlo, y casi treinta años antes de que dicho culto fuera aprobado públicamente por la Iglesia.

Está documentado el gran éxito y la importante afluencia de fieles que cada año asistían a las predicaciones que los padres jesuitas del cercano colegio de San Fulgencio realizaban en la parroquia, durante la cuaresma, y que eran patrocinadas por la cofradía de Santa Bárbara; una hermandad de la que formaban parte muchos de los clérigos de la propia iglesia. Esta influencia jesuítica tuvo que ser determinante, así mismo, en la erección de una congregación dedicada al Sagrado Corazón de Jesús, que fue fundada en Santa Bárbara en 1738.

En relación con esta temprana devoción, el archivo parroquial de Santa Bárbara también conserva varias estampas con diferentes representaciones de la iconografía del Corazón de Jesús, aunque en la actualidad se desconoce el paradero de las planchas de cobre grabadas que sirvieron para su impresión. Es decir, el siglo XVIII puso las bases de la devoción actual en Écija al Sagrado Corazón de Jesús.

Y el siglo XIX va a ser definitivo en esa devoción. El Apostolado de la Oración, nacido en Francia en 1844 hará universal la devoción. En 1856 Pío IX extendió su fiesta a toda la Iglesia. El 8 de mayo de 1873 la devoción al Sagrado Corazón fue formalmente aprobada por el Papa Pío IX, y 26 años después, en 1899 León XIII consagró el mundo al Sagrado Corazón de Jesús.

En el caso de Écija, las misiones parroquiales que desde 1851 van a desarrollar en la ciudad los capuchinos en 1851, 1878, y 1899 y especialmente los claretianos en 1884 y 1888 van a sustituir a la que realizaban los jesuitas potenciando el culto a los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Ese testigo lo recogieron después esos fieles del Apostolado de la Oración que, al igual que en el resto del mundo, consiguieron revitalizar la antigua devoción en la Ciudad, y más concretamente en Santa Bárbara, instalando ellos las imágenes, hoy titulares de nuestra Hermandad, en el retablo mayor de la iglesia. En concreto en 1898, por iniciativa de Dña. Francisca Villanueva Prat y Dña. Concepción Cabrera Domínguez se realizan las que hoy son nuestros Titulares. Es decir, la imagen salió a la calle, por primera vez como titular de esta hermandad, al cumplirse el primer siglo justo de su hechura.

El 27 junio 1926 se produce la consagración de Écija al Sagrado Corazón siendo alcalde D. Luis de Saavedra y con la presidencia del Rvdmo. e Ilustrísimo Cardenal arzobispo de Sevilla D. Eustaquio Ilundain y Esteban, en presencia de SAR el Infante D. Carlos de Borbón como capitán general y de D. José Cruz Conde como gobernador civil y D. José María López Cepero como presidente de la Diputación. Evento que se completó cuando ya en nuestros días, el 31 de mayo de 2015, se consagró nuestra ciudad al Inmaculado Corazón de María con motivo del IV centenario concepcionista.

Nuestra hermandad, fuertemente vinculada a su sede canónica, la iglesia de Santa Bárbara, asumió el culto a los Sagrados Corazones incorporándolos como cotitulares. El cabildo general extraordinario celebrado el 18 de octubre de 1996 aprobó por unanimidad dicha incorporación, que posteriormente fue ratificada por Decreto del Vicario General de la Archidiócesis el Ilmo. Sr. D. Antonio Domínguez Valverde el 23 de mayo de 1997.

Reseña Histórica

Esta hermandad surge a finales de los años 70 del pasado siglo XX, como resultado de la unión de dos grupos de jóvenes que en la ciudad de Écija deseaban vivir más profundamente sus creencias cristianas. Uno de esos grupos solía realizar visitas a enfermos y necesitados. El otro, aunque de acuerdo con estas acciones de caridad fraterna, pensaba que las Hermandades de Penitencia eran instituciones válidas para llevar a cabo estos propósitos dentro de la vida eclesial. Desde estas inquietudes, se funda la hermandad como un medio de actuación eficaz que proporcionara un marco con el que dar continuidad y organización adecuada a las actividades cristianas que se estaban desarrollando.

En 1977 se solicita permiso al Arzobispado de Sevilla para la elaboración de las Reglas, lo que se inició después de la realización de los preceptivos informes favorables por parte del clero local y del párroco de Santa María, de la que depende la Iglesia de Santa Bárbara, sede canónica de la hermandad.

Estableciéndose la Hermandad mediante autorización concedida por Decreto de 11 de marzo de 1978 del Sr. Obispo Auxiliar y Vicario Episcopal de Laicos, D. Rafael Bellido Caro, se forma una Junta Gestora y se realiza la primera Estación de Penitencia el 24 de marzo de ese año, en la tarde del Viernes Santo, que será desde entonces el día de la Estación de Penitencia. En 2021 se cumplieron 43 años de esa primera salida procesional.

Los inicios de la hermandad de Jesús sin soga no fueron ni fáciles ni sencillos. Pese a ello, el impulso decidido de los dos grupos de jóvenes (que, siguiendo caminos paralelos, terminaron forjando el génesis de la hermandad) pudo con todo tipo de obstáculos e impedimentos que hoy pueden parecer hasta ridículos, pero que no lo eran, ni muchos menos, a finales de los 70.

España comenzaba a despertar a la democracia en unos años de esperanza y de incertidumbre, en la que lo nuevo luchaba por nacer y desarrollarse plenamente y en la que lo antiguo se resistía a desaparecer ante el imparable avance lógico de la Historia. No solo era un cambio político lo que vivía el país. Había cambios de todo tipo: sociales, económicos, culturales, laborales y hasta religiosos.

La Iglesia no era una excepción, y frente a los estertores del nacional catolicismo existía una iglesia renovadora que hundía sus raíces en el Concilio Vaticano II y que pretendía caminar junto a sus fieles en ese nuevo camino con protagonismo decidido.

En 1978 la Archidiócesis de Sevilla estaba presidida por el Cardenal Bueno Monreal al que unos años más tarde sucedería nuestro querido Cardenal y arzobispo emérito Fray Carlos Amigo Vallejo. En Écija, la iglesia de Santa Bárbara era, como hoy, iglesia filial de la Parroquia de Santa María, donde ya nada se hacía y se deshacía sin el permiso expreso del querido y recordado párroco D. Esteban Santos Peña (q.e. p.d.).

Es en ese ambiente cambiante donde unos chavales, casi adolescentes, dan el aldabonazo y se deciden a fundar una hermandad con unas características muy singulares en el culto, en la formación y especialmente en la manera de afrontar la caridad cristiana. Siempre entendida esta última como caridad fraterna, desde una concepción de fidelidad, y vuelta a la sencillez evangélica. Una nueva concepción que con el paso de los años iba a influir en la manera de ser y de actuar de otras muchas corporaciones ecijanas, especialmente en lo que a caridad se refiere. No porque no existiera tal faceta (que en algunos casos así era) sino porque empezó, a través de ellos, a comprenderse el papel principal y decisivo que esta acción tenía en la vida de las hermandades, en su sentido de ser cristianos.

Además, estos fines se llevaban incluso a la estética de la cofradía, puesto que la sencillez y la humildad iban a ser las señas de identidad de la misma: simplicidad en insignias y pasos, los nazarenos harían su Estación como penitentes cargando con la cruz, etc.

Pero es que además de esto, fueron más allá al proponer algo que ni siquiera aún muchas leyes civiles o canónicas recogían: la plena igualdad en derechos y obligaciones de hermanos y hermanas, de mujeres y hombres, en la participación y gobierno de la hermandad. Cuando la hermandad propone hacer efectiva esa igualdad en derechos y obligaciones, ni el Código de Derecho Canónico (reformado en 1983) ni las Normas Diocesanas para Hermandades y Cofradías (que para adecuarse a ese cambio del Código fueron promulgadas en 1985) recogían aún esa igualdad.

Por ello, aunque se establece por Decreto la hermandad y se forma una Junta Gestora que realiza la primera Estación de Penitencia, las Reglas como tal, no pudieron aprobarse hasta los años 80, una vez que tanto el Código como las Normas recogieron esa igualdad de derechos que por entonces ya era algo completamente normal dentro de la sociedad como no podía ser de otro modo.

El cabildo general extraordinario celebrado el 18 de octubre de 1996 aprobó por unanimidad la incorporación, que posteriormente fue ratificada por Decreto del Vicario General de la Archidiócesis el Ilmo. Sr. D. Antonio Domínguez Valverde el 23 de mayo de 1997, de los Sagrados Corazones de Jesús y María como cotitulares de la hermandad, recogiendo de este modo la antiquísima devoción que desde el templo de Santa Bárbara siempre se tuvo al Sagrado Corazón de Jesús (segunda iglesia de toda España donde se le rindió culto público) Desde 1998, ha salido en procesión de gloria por las calles de la ciudad portado por una cuadrilla de costaleras.

La última modificación de reglas fue aprobada por la Archidiócesis de Sevilla el pasado 24 de mayo de 2021, recogiendo, entre otras modificaciones, la incorporación de Santa Ángela de la Cruz como cotitular, resultado de la profunda devoción que a la fundadora de las Hermanas de la Cruz se profesa en una corporación que tiene como espejo espiritual y ejemplo de vida cristiana al Instituto que fundara la santa sevillana.

En este casi medio siglo, la hermandad de Jesús sin Soga, como se la conoce popularmente, ha procesionado en la tarde del Viernes Santo marcando un estilo muy personal y característico, pero lo que no ha cambiado es ese compromiso con la caridad y el amor al prójimo como señas de identidad, y por tanto de acción, de la hermandad.

JESÚS SIN SOGA Y MADRE DE LA FE


A Ti, Cristo sin Soga, que estás
agotado por el peso de Cruz,
A Ti que provocas suspiros empapados
en lágrimas que dan riego
a nuestras penas del alma,
A Ti que entregaste hasta tu cíngulo para
socorrer las necesidades de los hombres ecijanos,
Queremos acompañarte en esta tarde
gloriosa de Viernes Santo.
La Cruz al hombro y el rosario en las manos son
las mejores ofrendas de estos hermanos;
la Cruz para acompañarte y aliviar
el peso de la tuya, Señor;
el rosario como el mejor ramo de flores que a
nuestra Madre de la Fe podemos presentar,
y, todo ello, en silencio para sólo escuchar tu voz.


D. Francisco Manuel Acedo Díaz.

Fotografía: Nio Gómez

ORACIÓN A SANTA ÁNGELA


Madre y Guía bendecida
por la entrega de tu Vida
y el ejemplo de tu Luz.
Sor Ángela de la Cruz,
tu entrega, tan permanente,
esa humildad -tuya siemprenos
acompaña y conforta:
tus hijas según tus normas,
nosotros, por tu virtud.
Madre de Amor y Guía,
Tú supiste -¡tan sencilla!-
buscar, en cualquier esquina,
las cruces del buen Jesús
en las que Cristo moría…
y al más pobre, en su agonía,
lo hiciste tu propia Cruz.

D. Francisco J. Fernández – Pro y Ledesma